lunes, 8 de septiembre de 2014

Los Suárez Vanegas vuelve a la caficultura.

Hace unos 60 años María Alis Vanegas de Suárez, se trasladó al sector El Higueronal municipio Capacho Viejo en el estado Táchira, con su esposo, para emprender la vida del campo, donde tres hectáreas de café habían sido totalmente abandonas, ambos tenían un hogar floreciendo con 8 hijos, se dedicaron a la agricultura, situación que sin apoyo del Estado para ese entonces, “se convertía cada vez más en un sacrificio que en un trabajo”, cuenta la septuagenaria.
Fue hasta el año 2007 cuando la familia Suárez Vanegas, ve una esperanza para continuar trabajando sus tierras, con la llegada del técnico de campo del Fondo para el Desarrollo Agrario Socialista (Fondas), Edmundo Guerrero, quien hasta hoy es más que un servidor público cuando atraviesa el umbral de la casa, se convierte en amigo, camarada y hasta familia. 
Guerrero se enfoca desde el trabajo humano que supone ser técnico del ente crediticio, en cooperar con esta familia que por su situación y calor humano dotan de entusiasmo  a cualquier revolucionario, pues de los ocho hermanos, sólo tres se han quedado en la parcela paterna, Luzardo, Cleotilde y Dalia, mantienen viva la casa de teja y bahareque, que corta la brisa de las montañas, con un hermoso paisaje, “pero para poder financiarlos tienen que ver como están sus tierras”, cuentan los hermanos Suárez, que fue lo primero que respondió el servidor.  

El café corre por las venas
“Aquí nunca había llegado nadie del gobierno, hasta que empieza toda la revolución del Presidente Chávez, pero el primero que llegó aquí fue el señor Edmundo”, dijo Cleotilde Suárez, “él nos ha orientado en todo el proceso para poder recibir el crédito con el que ahora contamos, mi mamá está muy mayor ahora para trabajar, pero de eso nosotros los hijos nos podemos encargar, hicimos las solicitudes ante el Instituto Nacional de Tierras (INTI), y aunque necesitamos presentar todos los dueños de este terreno antes de nosotros, hoy nos sentimos satisfechos de aún tener esta tierras de interés agrícola, para lo que son, para la agricultura y sobre todo para el café” .
 Hace más de 60 años el padre de Alis Vangeas, Eulogio, le enseñó a trabajar el café, en un esfuerzo por recuperar los cafetales, “que para ese entonces eran abandonados en muchas partes del estado, todo el mundo se fue a la ciudad a buscar mejor calidad de vida, y abandonó el campo”, rememora la ahora cabeza de esta familia.
Por si fuera poco, la historia de los Suárez y el técnico del Fondas, se une por la pasión ante un cultivo históricamente marcado en las familias andinas, la caficultura, y el “Plan Café”, que ahora les confía la producción de 4 mil plantas financiadas por Fondas, y desarrolladas genéticamente por el Instituto Nacional de Investigación Agrícola (INIA).

Desde la semilla hasta la cosecha
El hijo mayor de doña Alis, Luzardo Suárez Vanegas, ha asumido gran parte de la actividad que amerita la granja, es una carpintero por pasión pero un agricultor esmerado por convicción, y el avance en diferentes áreas en la granja es tangible, al llegar a la unidad de producción de esta familia, que cuenta con semilleros, casa de plántulas,  bocashi, y donde están construyendo un lombricultivo, para usar el humus en cada una de los rubros sembrados en las tres hectáreas productivas con las que cuentan, 14 cabezas de ganado criollo se suman a lo que se puede denominar el “nuevo proyecto de las hermanas”, cuenta Luzardo.  
Con esmero Luzardo, y sus hermanas cultivan de forma rotativa, y en consecuencia del clima, rubros como lechuga, maíz, tomate, caña, acelga, morón, ajo porro, auyama, desde la semilla hasta la cosecha, “aquí no se pierde nada”, enfatizó el agrovenezolano, que ahora junto Dalia y Cleotilde y bajo la mirada paciente y orgullosa de Alis Vanegas, trabajarán nuevamente el café.

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